8 de agosto de 2013

Lectura en El Fantascopio: Quinta Belleza.



Lento, pero sin pausa, The Seven Beauties of Sciencie Fiction, de Istvan Csicsery-Ronay Jr. (en adelante CR7, siguiendo con el símil futbolero) va desgranando sus secretos. Esta semana llegamos a la quinta belleza en nuestra lectura compartida en El Fantascopio, y CR7 nos avisa, vamos a avanzar un paso más allá de lo que habíamos visto hasta el momento. Dejaremos el mundo de lo cerebral y entraremos en el reino de las emociones.

La quinta belleza es el famoso “Sentido de la Maravilla” y no, CR7 no se refiere al magnífico blog de nuestro compañero fantascopista odo,  sino a “una poderosa expansión de la conciencia ante la idea de que el universo contiene mucho más de lo que podíamos imaginar”.

Y no nos detendremos aquí, CR7 también se siente capaz de analizar, no el sentido de la maravilla, pero si los dos elementos que a su entender lo producen: Lo sublime y lo grotesco. 

Para CR7 lo sublime es una respuesta a un shock de expansión imaginativa, un complejo retroceso y recuperación de la consciencia ante un fenómeno percibido súbitamente como demasiado grandioso para ser comprendido en su totalidad; mientras que lo grotesco es una respuesta al hecho de que objetos familiares que aparentemente están bajo control pueden esconder transformaciones extrañas y sorprendentes.

Esta semana nos centraremos en lo sublime y la próxima semana “El almohadón de plumas” nos hará llegar sus impresiones sobre lo grotesco.


KANT, BURKE y la TECNOLOGIA.

Como si observáramos un fenómeno sublime, CR7 retrocede, antes de avanzar, y se retrotrae hasta el siglo XVIII para empezar a definir el concepto que quiere expresar.

Immanuel Kant
Tanto Immanuel Kant como Edmund Burke creían que en lo sublime el individuo se enfrentaba a fenómenos naturales de tal magnitud y poder que sobrepasaban su sentido de comprensión. La conciencia reaccionaba entonces con una sensación de terror y temor reverencial o incluso de dolor provocado por la imposibilidad de asimilación, y con una disminución de la confianza en las capacidades humanas frente a la inmensidad del Universo, si bien luego podía recuperarse al racionalizar estos fenómenos mediante el arte y la ciencia.

Para Kant había dos tipos de respuesta sublime: La matemática y la dinámica.

La primera implica la experiencia del infinito. Esta forma de sublime subraya la la infinitud del mundo natural y la sensación que produce de recesión infinita en todas direcciones. La imaginación lucha una batalla para comprender los fenómenos en su totalidad y no puede afrontar la extrañeza del infinito. El sublime matemático kantiano surge de un sentimiento de extrañamiento, derivado de la incapacidad de la imaginación para llegar a una estimación estética de la magnitud de los fenómenos naturales percibidos. 

Edmund Burke
La segunda, en cambio, es la respuesta a la pura fuerza de la naturaleza, fuertes tormentas, altas cascadas, rocas inmensas, tornados, etc. Todos los aspectos de la naturaleza frente a los que los individuos nos sentimos como seres insignificantes ante su poder.

Para Burke, sin embargo, lo sublime está unido a una sensación de peligro conscientemente percibida desde una posición segura. El sublime de Burke se inclina claramente por el sublime dinámico de Kant, pero a diferencia de éste, Burke no lo limita a los fenómenos naturales y también incluye a los objetos artificiales como capaces de generar esa sensación.


LA MONSTRUOSIDAD SUBLIME: FRANKENSTEIN.

Frankenstein, considerado por Brian Aldiss y Carl Freedman como la obra fundacional del género, es el primer trabajo en que una creación humana contemporánea toma su lugar como creación sublime.  Los conceptos de lo sublime de Kant y Burke colisionan en esta obra. A pesar de que lo sublime es invocado casi ritualmente en el libro (las grandes montañas de los Alpes, el infinito yermo helado del ártico), la criatura no permite que la capacidad placentera aparezca debido principalmente al doble carácter de la criatura, magnífica y a la vez grotescamente fea.

Bárbara Claire Freeman argumenta que la vulnerabilidad inherente en lo sublime a sus propios procesos se ejemplifica en Frankenstein. En el libro, lo que intenta ser sublime parece necesariamente desbordar su marco y entrar en el terreno de lo monstruoso:

“Frankenstein puede leerse casi como una parodia de la Crítica del Juicio, pues todo lo que Kant identifica como sublime, incluyendo los productos de la sublimación, llevan precisamente a lo que Kant prohibía: terror, monstruosidad, pasión y fanatismo”.

La innovación más interesante desde el punto de vista de la ciencia ficción es que en Frankenstein las poderosas cualidades del sublime negativo se han personificado en una creación genuinamente humana a través del método científico.

Mary Shelley estableció un modelo para el sentido de la maravilla en ciencia ficción que se tambalea entre lo sublime y lo grotesco. La criatura de Frankenstein es el primer ejemplo de tecnosublime que desplaza el sentido de la maravilla desde sus fuentes naturales a los procesos de creación artificial, y plantea por primera vez la pregunta siguiente: ¿cuál es el estado ontológico de las creaciones humanas autónomas?


LA MECHAMERICANA.

El sublime clásico de Kant y Burke implica dos nociones fundamentalmente negativas sobre la tecnología. Primero, las creaciones humanas raramente inspiran lo sublime, por que contienen el propósito de su creación y por tanto pueden comprenderse cognitivamente. Únicamente pueden producir una respuesta cuasi-sublime cuando imitan a la naturaleza (Kant menciona las pirámides de Egipto y la Basílica de San Pedro), y es por que su magnitud supera a su uso social. Y la segunda noción negativa es que lo sublime es una respuesta a cosas dadas y no a objetos producidos.

Esta visión de lo sublime cambió radicalmente en la America del siglo XIX. Al contrario que los europeos, los americanos no veían la naturaleza como inescrutable y resistente al control humano, sino que creían que su destino era el dominio sobre la naturaleza. Y así el diálogo establecido entre el ser humano y la naturaleza derivó hacía un dialogo entre el ser humano y la creación humana. El temor reverencial que producía contemplar esas maravillas tecnológicas derivó en una celebración del poder de la razón humana.

El sublime tecnológico americano es decididamente práctico, basado en la contemplación de las creaciones humanas, en este sentido es un sublime dinámico. Y consistió en el control total sobre un territorio plagado de maravillas naturales, primero horizontalmente mediante el ferrocarril, los puentes y canales que fomentaron la comunicación y luego verticalmente a través de los rascacielos, en una continua carrera por llegar a lo más alto, una carrera que sigue aun en día y se ha expandido a todo el mundo. Al contrario, que el sublime natural este sublime tecnológico no acepta las limitaciones humanas, en su lugar divide a la población en dos facciones, aquellos que comprenden la tecnología y los que no.

Este sublime tecnológico propone la idea de la evolución constante, el movimiento perpetuo y la velocidad, mientras que el sublime natural hacía hincapié en lo eterno, el tecnológico apunta al futuro. El técnico, el ingeniero y el científico devienen los agentes de este cambio histórico. La producción y no la contemplación filosófico se vuelve el modelo del éxito social. Para Verne, este era un punto de vista familiar, y tenía un nombre l’americomécanique.

TODA NUBE DE HONGO CONTIENE UN RAYO DE LUZ.

David E. Nye distingue dos fases ideológicas del sublime tecnológico. La primera fase se extiende más o menos desde 1830 hasta 1945, la segunda empieza después del lanzamiento de las bombas atómicas en Japón. Esta última, en opinión de Nye, trajo una profunda reevaluación de la actitud americana frente a la tecnología:

La experiencia del sublime natural descansaba a la vez en la debilidad y la limitación humana y en el poder de la razón humana para comprender lo infinitamente grande y poderoso. Pero cuando los mismos seres humanos han creado algo infinitamente poderoso que pueda aniquilar la propia naturaleza, la exaltación del sublime clásico parece imposible. La relación kantiana con el objeto requería una sensación de seguridad personal. Uno estaba expuesto al poder de un huracán, pero a pesar de todo en una relativa seguridad. Esta precondición necesaria se evapora ante los vientos supercalientes de una explosión nuclear. El sublime tecnológico, en que el observador se identifica con el poder del objeto creado, se vuelve absurdo. ¿Quién se identifica con la bomba? La sensación colectiva de logro, otra marca del sublime tecnológico, queda radicalmente destruida, e igual de importante, la contemplación de la bomba transforma la admiración por los inventores, ingenieros y científicos en miedo y desconfianza.

Con la bomba atómica el sublime tecnológico se desplaza hacía el sublime nuclear, que sirve como catalizador de la desconfianza social en la élite tecnológica. La carrera de armamento que siguió al lanzamiento de la bomba condujo a la humanidad hacía el miedo, conscientes que una guerra nuclear sería el novum que terminaría con todos los novums.

Aunque la élite literaria no exploró los efectos de la guerra nuclear, la ciencia ficción si que lo hizo y no se canso de borrar a la humanidad del mapa y explorar los efectos de una contienda nuclear. De hecho, Robert Bloch llegó a acusar a sus colegas de creer que en cada nube nuclear había un rayo de esperanza.

Esta tendencia continúa hoy en día en multitud de obras actuales, si bien el Apocalipsis nuclear se sustituye generalmente por un desastre climático, como por ejemplo en La chica mecánica, Seed, Slow Apocalypsis y otras muchas.

Bueno ya es tiempo de que definamos las cualidades del sublime de la ciencia ficción. Este sublime es específico del género, y difiere del paradigma clásico en los aspectos siguientes:

  1. Es un juego, le falta la sinceridad psicológica de la noción clásica de sublime;
  2. Sus objetos evocativos son todos imaginarios, en claro contraste con el sublime clásico, donde los objetos que evocaban lo sublime existían;
  3. Estos objetos son mediados por la ciencia, o bien creados o bien comprendidos o descubiertos a través de ella, haciendo a la tecnológica la causa del choque sublime y su medio de recuperación;
  4. Es atemperada por la presencia constante de elementos grotescos en tensión dialéctica con la respuesta sublime, y finalmente;
  5. El megatexto de la ciencia ficción tiene un efecto juguetón aminorando el impacto de lo sublime, pues el lector está al tanto de que la experiencia es imaginaria.
En un sentido el sublime de la ciencia ficción se ha convertido en un discurso realista, que enfatiza el arco dramático de lo tecnosublime: retroceso ante el indecible poder y extensión de la tecnología, y recuperación a través del juicio ético de sus efectos en el futuro.


EL CIENCIAFICCIONAL SUBLIME MATEMÁTICO: 2001 Una odisea del espacio.

A pesar de estar un poco apolilladas, las dos vertientes del sublime kantiano continúan siendo útiles para interpretar la mayor parte de la ciencia ficción hasta la actualidad. La mayoría de obras usan una mezcla del sublime matemático y dinámico, en distintas proporciones; normalmente a partir de un sublime matemático sigue el desarrollo de la narración en un sentido dinámico.

Sin embargo, el tecnosublime matemático/contemplativo es el menos usado de los dos. Trabajos como los de Olaf Stapleton, La última y primera humanidad y Hacedor de estrellas, que desarrollan una idea sublime/contemplativa sin caer en la acción, son relativamente raros. Y lo mismo pasa con el cine en la ciencia ficción, donde los trabajos se desarrollan bajo el prisma de la acción desenfrenada. Pero no todos. Cornel Robu llamo a de 2001 de Kubrik “la suprema expresión del sublime matemático en el cine de ciencia ficción”.

La escena del Amanecer de la humanidad ilustra este aspecto del sublime matemático en su forma “primitiva”. Los homínidos no son técnicamente humanos por lo que el espectador no tiene un referente con el que identificarse, sin embargo la escena nos muestra el instante primigenio donde el mono se convierte en humano, en el pasado infinitamente lejano del mito. El dolor de reconocernos en esos seres abyectos se contrarresta con el conocimiento de nuestro futuro. El monolito es el novum donde el mundo sufre la primera transformación dividiendo la historia en un antes y un después.

Frente al desarrollo sublime/matemático de la película hay tres acontecimientos dinámicos, el descubrimiento de las herramientas, la victoria de Bowman frente a Hal y el paso por la puerta estelar. En dos de ellos no hay intervención humana, y en el tercero Bowman derrota a la tecnología controlando el sublime dinámico.


EL CIENCIAFICCIONAL SUBLIME DINÁMICO. Matrix

El sublime dinámico responde a una tecnología que inspira un temor reverencial debido a su poder evidente o a que la humanidad depende críticamente de ella. La naturaleza ya ha dejado de ser un obstáculo. A partir de la II guerra mundial las manifestaciones naturales peligrosas no sólo son resueltas por la ciencia, sino que son causadas por la ciencia.

En Matrix tenemos una estética ambivalente pues exponen simultáneamente una crítica a la tecnología y un evidente placer estético en su exhibición, que es puro dinamismo con su manipulación violenta del espacio/tiempo que es doblemente ilusoria: En la narración interna de la matriz y en los efectos especiales de la película.

Hay cuatro efectos que tiene un lugar de privilegio en la película: El flujo de código, el tiempo-bala, la posesión de cuerpos de los agentes y la manipulación del espacio/tiempo en el combate.

El flujo de código representa las instrucciones sin fin de la propia matrix, y a la vez un pasaje físico a su interior, a la conciencia de la máquina dentro del mundo humano simulado. La posesión de los avatares humanos por los Agentes y su transformación en los propios Agentes confiere un poder divino de ubicuidad a la máquina a la vez que un exceso que roza lo grotesco. Y por último el tiempo/bala y la manipulación espacio temporal durante el combate es una representación del control sobre las magnitudes físicas de la simulación, que produce la sensación de impostura que está implícita en las características de lo sublime en ciencia ficción.

La película abandona pronto el sublime contemplativo inicial para centrarse en el dinámico, la acción por la que los avatares humanos podrán recuperar al poder de las máquinas: Neo logrará dominar el poder sublime de la matriz. Y está historia no tiene nada que ver con el sublime intelectual, ya dice el Oráculo que Neo “no es demasiado listo”.


EL CIENCIAFICCIONAL SUBLIME FEMENINO. En la cima del mundo.

Gran parte del reciente interés crítico en lo sublime ha sido desde el punto de vista psicoanalítico.  Las etapas del sublime clásico se han trasladado fácilmente en las etapas del complejo de Edipo freudiano. Bloqueo, retroceso, autodisciplina y recuperación a través de la sumisión al supersensible pero racional orden de las cosas se ha reestructurado como una estetización del alejamiento de la madre por parte del niño y su eventual sumisión al padre.

CR7, y yo tampoco, no estamos muy seguros que la explicación del sublime desde este punto de vista sea una mejora sobre el simple punto de vista estético.  Además este modela ha sido criticado desde el punto de vista feminista como una perpetuación del falogocentrismo inherente en el modelo freudiano. Patricia Yeager ha propuesto en su lugar un sublime femenino derivado de la psicodinámica de las experiencias femeninas, diferentes del complejo androcéntrico de Edipo.

En el campo de la ciencia ficción se traduce en la narración de una estética predominante imperial o dominante hacía el resto, invadiendo y sometiendo a los aliens, en lugar de usar el punto de vista femenino que conlleva el dialogo y el reconocimiento de la diferencia. Aunque este ha sido el punto de vista dominante en el género, también existen narrativas visionarias feministas, como por ejemplo Mujer al final del tiempo, de Piercy, La mano izquierda de la oscuridad, de LeGuin, Una puerta al océano, de Joan Slonczewski, Lengua materna, de Suzette Haden Elgin, Dhalgren, de Delany, y En la cima del munto, de James Tiptree Jr., un alias de Alice Sheldon.

Esta última obra es un ejemplo excelente del uso del sublime femenino en la forma propuesta por Yeager. La acción transcurre en tres mundos. En los Estados Unidos contemporáneos, donde un grupo de discapacitados sociales con poderes psíquicos realizan experimentos telepáticos. En el planeta Tyree, donde sus habitantes se han adaptado a vivir en un gran torbellino que domina el planeta, planeando en grandes mantos transparentes y comunicándose mediante campos mentales. Y luego está el Destructor, una enorme entidad cósmica con características de ser vivo y de máquina, compuesto de materia apenas más densa que el vacío, que viaja por el cosmos aniquilando planetas.

La solución de la trama llega gracias a la integración de los humanos, los habitantes de Tyree y el propio Destructor, provocando una de las más satisfactorias muestras de la visión sublime en ciencia ficción, donde no se procede a una dominación tecnológica, sino que cada una de las partes exige una comprensión como individuo autónomo. Cada suceso que hace avanzar la trama incluye alguna forma de interpenetración, abrazando así un punto de vista femenino por contraposición a la penetración masculina.

La voz narrativa no se esfuerza por un lograr un dominio sobre la naturaleza o la tecnología sino en alcanzar una unión empática de mentes, cuerpos, percepciones y proyectos que disuelvan el dolor del aislamiento, de la inadaptación y del sufrimiento de la vida.

Y con esto terminamos con lo SUBLIME y seguimos la próxima semana con lo GROTESCO.

Aquí tenéis el resto de entradas de la lectura compartida: