22 de junio de 2015

Station Eleven

Emily St. John Mandel no es una escritora bisoña. Station Eleven es la cuarta novela que esta canadiense residente en Nueva York ha escrito, aunque la primera de genero. Con ella ha ganado el premio Arthur C. Clarke, ha sido nominada al premio Pen/Faulkner, seleccionada para el National Book Award y nominada también para el premio Orange. No está nada mal.



El libro empieza con la muerte en escena del famoso actor, Arthur Leander, mientras interpreta el Rey Lear. A los pocos días va a morir el 99% de la población mundial, así que parece que una sola muerte no es importante. Sin embargo para nosotros lo es, ya que una de las tramas del libro nos contará la vida y relaciones de Arthur, con su mejor amigo de la universidad, sus tres ex-mujeres, su hijo y varias personas que se encontraban en el teatro en el momento de su muerte. Esta parte es la mejor de la novela para mi gusto, escrita en un estilo realista, profundiza en las relaciones personales de Arthur y varios personajes, especialmente con su mujer Miranda, mi favorita, que es la guionista y dibujante del comic llamado Station Eleven, que da título a la novela.

La otra trama es la post-apocalíptica. No profundizaremos en el origen o la propagación de la epidemia, extremadamente rápida y eficaz, lo importante es que han quedado supervivientes, pocos, y que veinte años después están organizados en pequeñas comunidades. La acción sigue a una compañía itinerante de música y teatro que se dedica a representar las obras de Shakespeare. August, una de las niñas que salía en el Rey Lear, es la protagonista de esta parte de la trama. Es un personaje típico, lanzadora de cuchillos, donde pone el ojo pone la hoja, y obsesionada con el primer número de Station Eleven que le regalo Arthur Leander.

La ambientación es muy parecida a la de los primeros pioneros americanos, que cosa curiosa acostumbraban a tener una biblia y las obras completas de Shakespeare en casa,  (Que hubiera pasado si en su lugar hubieran poseído el Decameron. No lo sabremos nunca). La biblia también jugará un pequeño papel en esta parte de la trama y Shakespeare pues no.

Esta segunda trama no está demasiado conseguida, apenas un montón de ciervos por todos lados, casas abandonadas y poco más. Es en la parte ciencia ficcionera donde la novela alcanza sus cotas más flojas, con una historia típica de un iluminado y sus seguidores que pretenden repoblar la tierra, quieran o no los demás.

La novela está estructurada mediante continuos cambios de una trama a la otra, muy bien organizados y que no provocan ninguna confusión, a la vez que van profundizando poco a poco en las relaciones de Arthur y la vida actual de sus conocidos. Lentamente y casi sin darnos cuenta, las aventuras del Dr. Eleven se van reflejando en el subtexto de la novela.

Siguiendo la costumbre, hemos leído la novela conjuntamente, Miquel del blog La biblioteca de Ilium y Cristina  de Más ficción que ciencia, y nos hemos lanzado a preguntarnos cosas.

Y me pregunta Miquel:
¿Qué te parece que distingue a Station Eleven de otras novelas post-apocalípticas?

Tampoco he leído tantas, pero yo creo que a nivel de ciencia ficción la mayor diferencia es que pasado el apocalípsis las novelas se centran en cómo reconstruir la sociedad, como recuperar lo que tenían. Desde Robinson Crusoe (vale que no es cifi) hasta la Tierra Permanece, los protagonistas están preocupados por el futuro y la reconstrucción, mientras que en Station Eleven no existe está preocupación. Los personajes van viviendo sus vidas sin pensar apenas en el futuro y añorando lo que han perdido.

Y Cristina quiere saber porque los personajes con nombre genéricos (the conductor, the oboe, the viola…) son cada vez más utilizados en narrativa, ¿a qué crees que obedece esta tendencia?.

Mi primera reacción fue pereza del escritor, pero Cristina no me dejó colar ese gol. No se si últimamente se usan más este tipo de personajes. Ahora mismo recuerdo Aniquilación, de Jeff VanderMeer y Station Eleven, así que quizá si están proliferando. En principio le veo dos vertientes, una deshumanización del personaje que hace más difícil la conexión con él y menos dolorosa su pérdida y la otra que resalta las cualidades o la profesión del mismo. Ya en la mayoría de películas del Oeste, donde se inspira para el escenario post-apocalíptico, se destaca el papel de la profesión en muchos de sus personajes, el herrero, el sheriff, el juez, etc…

En este caso, Station Eleven, y dado que es una historia post-apocalíptica, es una reacción de protección de los personajes ante los peligros que afrontan y remarcan también su lugar en la orquesta. El recurso se usa con la mayoría de los personajes de la Orquesta Ambulante, que sin embargo para sus amigos si tienen nombre.

En resumen, una novela interesante, descompensada en el peso de las dos tramas en que se desarrolla, y que brilla más intensamente en la descripción y evolución de las relaciones personales.

6 de marzo de 2015

Barcinomagna




¿Qué pasaría si los romanos hubieran descubierto la máquina de vapor? Esta pregunta se la ha planteado J. Valor Montero, y para responderla ha escrito un libro, La República Pneumática.

Roma Impera.

Gracias al descubrimiento de la máquina de vapor, Roma ha conseguido una gran superioridad tecnológica sobre sus enemigos. Tiene dirigibles, trenes, armas pneumáticas, y un solo oponente, el imperio Chino, protegido por los desiertos que lo separan de occidente.


J. Valor nos plantea una situación equivalente a la revolución industrial inglesa del siglo XVIII, una industrialización desbocada, las ciudades llenas de inmigrantes buscando trabajo, contaminación intensa, movimientos luditas, grupos racistas, connivencia entre el poder económico y el poder político, y una religión que lo controla todo (De qué me sonará a mi todo esto).

Frente a este panorama negro se alza una religión que viene de Oriente, la Via Virtutis, que predica el pacifismo y un retorno a la naturaleza.

La novela nos narra las aventuras de Marcus, un joven que descubre un complot para asesinar a la cabeza de la república, y se dirige a Barcino para intentar ponerlo en conocimiento de las autoridades.

La trama no es demasiado original y sigue los esquemas de la novela de aprendizaje (Bildungsroman) y el famoso monomito Campbelliano, sin embargo J. Valor la llena de lugares comunes, desde Karate Kid (con la aparición estelar de Jian, la tatatatarabuela del Sr. Miyagi), el arte de la guerra de Sun Tzu, las tentaciones del lado oscuro de la Fuerza e incluso Oliver Twist, y sale airoso de este totum revolutum, gracias al espectacular escenario que ha creado. Los diálogos de los personajes son muy mejorables y la diosa Fortuna tiene una inclinación especial por Marcus.

En resumen, una novela entretenida que tiene su punto fuerte en el ambiente que J. Valor ha conseguido insuflarle. La reconstrucción de esta Barcelona a vapor, con sus miserias y sus villas, forma un entorno esplendido para las aventuras de Marcus.

Como siempre me han liado unos cuantos amigos que también han dejado su opinión Más ficción que ciencia, La biblioteca de Ilium y Fantástica - Ficción.

6 de febrero de 2015

The 3-Body Problem

El problema de los tres cuerpos, de Liu Cixin.

Este es uno de esos libros que quieres que te gusten. Te lo han recomendado amigos, ha salido reseñado favorablemente en todas partes y está en todas las listas para los premios Hugo de este año. Además he leído varias novellas de Liu Cixin que han resultado espectaculares.
Liu Cixin

Pues me ha gustado, pero no, no tanto como esperaba. 
Se trata del problema de las tres novellas.

En una de ellas se cuenta la historia de Ye Wenjie, física, que en plena revolución cultura china ve como su padre es acusado y linchado públicamente y ella calificada como contrarevolucionaria y enviada a talar árboles a Mongolia (más o menos), aunque acaba trabajando en un proyecto ultrasecreto en el quinto pino. Es una historia de primer contacto con magníficas ideas y un fondo histórico de lo más interesante.

En la otra se desarrolla una civilización extraterrestre, los trisolarianos. Este es uno de los puntos fuertes de Cixin, es incomparable a la hora de crear cosmologías en pocas páginas, como por ejemplo en Montaña, así que una civilización le va como anillo al dedo. Otra novella interesante con ideas e imágenes fabulosas.

Cien páginas de una, cien páginas de la otra, y nos quedan doscientas páginas por escribir. Aquí Cixin nos saca del tricornio a Wang Miao, un físico de la China actual, que será el protagonista de esta tercera novella, que intenta coser las otras dos como un sombrero de tres picos.

Y empieza el problema, Wang Miao es un personaje plano, de hecho inaugura una nueva categoría de personajes, plano a nivel molecular (pun intended), vaya, que los carácteres de Planilandia son 3D en comparación. Claro, que eso le pasa a Cixin con todos los personajes de la novela, exceptuando a Ye Wenjie, que es pelín más compleja. Además, Wang se dedica a pasear por la novela de un lado a otro, preguntando a la gente lo que quiere saber y ¡oye! ¡qué le contestan!, aunque tengan que remontarse 50 años en el pasado, le cuentan lo que necesita saber de cabo a rabo sin ningún problema.

Este fragmento del libro intenta ser un thriller con Wang reclutado por el gobierno para descubrir que le ha pasado a una serie de físicos brillantes que se han suicidado uno detrás de otro. Pretenden que Wang se infiltre en una organización secreta que parece estar implicada en el asunto. Wang les dice que faltaría más, ningún problema, donde hay que ir. De hecho no se la razón de tanta complicación, si con ir y preguntar directamente se lo hubieran contado. Seguro.

De todas formas, no todo pinta tan mal, en los últimos capítulos Cixin logra crear una situación lo suficientemente interesante para que siga con la serie.

Esta reseña forma parte de un conjunto coordinado con los blogs Más Ficción que Ciencia, de Cristina Jurado; Leemaslibros, de Pedro Román; La Biblioteca de Ilium, de Miquel Codony, y un servidor. Cada uno de nosotros ha escrito su reseña de forma independiente y le ha hecho una pregunta distinta a los demás, que pasamos a contestar.

  • Pedro me pregunta: ¿Cómo evaluarias T3BP frente a la cifi occidental actual? ¿A que obras la compararías?
Pues la compararía a las obras americanas de corte clásico de los años 40/50, quizá Isaac Asimov. Cuando el protagonista era un científico o un ingeniero, que con sus conocimientos y el método científico resolvía todos los problemas que se le presentaban. En occidente cambio está visión de la ciencia ficción a partir de la llegada de la era atómica y el desencanto o miedo general con esta tecnología. El estilo de escritura es simple, donde no importan los personajes (nunca mejor dicho) sino las ideas que se desarrollan. Hablando de autores actuales y de la situación planteada, quizá lo que más se acerque sea Peter F. Hamilton y su duología Estrella de Pandora/Judas Desencadenado, pero Cixin al reves que Hamilton no logra crear la mínima tensión.

  • Miquel pregunta: ¿Hasta que punto están imaginados de una forma satisfactoria los alienigenas? ¿Estás de acuerdo en que Cixin antropormiza?

La primera parte de la pregunta es complicada de responder, pues Cixin nos cuenta la historia de los Trisolarianos por medio de un juego de ordenador que humaniza a los personajes. De hecho la única característica distintiva es que tienen la capacidad de deshidratarse y quedar como una especie de pellejo que puede rehidratarse de nuevo cuando el entorno sea más favorable. De fábula para viajes espaciales. Uno de mis puntos de conflicto está también en el juego, por llamarlo así, de juego tiene poco, más bien es un entorno virtual hiperdetallado, que Wang se pasea arriba y abajo mientras va contemplando la civilización trisolariana. Creo que hubiera sido mejor un punto de vista alienígena directamente, que es lo que hay al final del libro, sin embargo es un punto de vista que no distinguirías del de tu vecino de escalera. Totalmente antropormizado.

  • Cris quiere saber: ¿Qué te gusta y qué no te gusta de la estructura de la novela? 

Lo que menos me ha gustado de la estructura es la forma en que Cixin ha intentado unir la historia de Ye Wenjie con la de los trisolarianos. Me parece que la elección de Wang como hilo conductor no funciona. Es un personaje que no hace nada y se limita a deambular de un lado a otro. Tampoco me ha gustado la forma como ha narrado la civilización alienígena a traves del juego. Sin embargo la imaginería usada y las ideas que despliega son realmente geniales y consigue iniciar una invasión alienígena que cumple con los requisitos de la Ciencia Ficción Dura.